Conocida como la «Roma de los Alpes», la apartada Aosta se llama así en honor del emperador Augusto. Hoy su pasado romano es visible en el Arco triunfal de Augusto y en las murallas defensivas de la ciudad, a las que añadieron las torres durante la Edad Media; en su teatro romano con la única sección visible de la fachada de 20 metros y el anfiteatro ovalado; y en el foro romano con su enorme galería subterránea. Si levantas la vista verás iglesias impresionantes: el Duomo de Aosta con su interior gótico, la iglesia de San Orso y la iglesia paleocristiana de San Lorenzo. Mira más arriba y déjate llevar por el espectacular telón de fondo alpino. ¡Aosta ofrece lo inesperado!